Bogotá

Yo no sé qué tanto quiero a mi país, pero si sé todo lo que amo a mi ciudad. Bogotá es una ciudad como cualquier otra, con sus problemas y sus triunfos, con sus pequeños escondites y sus grandes avenidas. No hay cosa existente en Bogotá que no exista en otra capital del mundo, salvo, eso sí, un intima atracción amorosa y obsesiva por la desventura.

Se hace la celebración oficial de los 470 años de Bogotá, y no veo otra forma de hacerle un homenaje que con una columna de alguien que también estaría cumpliendo años hoy, el maestro Lucas Caballero Calderón, más conocido como Klim. Este texto apareció en El Tiempo el 17 de junio de 1954, y es de los días en que Bogotá tenía huecos y además se hablaba de construir un metro (¿?).

Fernando Mazuera Villegas, siendo alcalde mayor de Bogotá, propuso la construcción de un subway para solucionar los eternos problemas de tránsito capitalino. La gente le cayó encima, alegando que el subway costaba mucho porque el subsuelo de la ciudad no se prestaba para hacerlo, era fofo, poroso y blando. Las infiltraciones del río San Francisco, por cuyo cauce ya no corre agua sino lo que sabemos, tenían la culpa de ello y era imposible evitarlo. En cualquier momento, la ciudad podía caerse entre el subway y el subway a su vez, entre el San Francisco, cumpliéndose así la intranquilizadora profecía del reverendo padre Margallo:

"El 25 de julio de un año que no diré sucesivos terremotos tiraránse a Santa Fe".

El proyecto del subway fue, por ello, archivado. Era, sin embargo, una solución, pero una solución absolutamente inexhumable en las circunstancias actuales por tanto hueco como abunda en las calles. Esos huecos cada día se van ahondando más y creciendo, y el día menos pensado los peatones, al caer en ellos, quedaríamos montados sobre el techo del ferrocarril subterráneo, pudiendo trasladarnos así a cualquier sitio de la ciudad sin abonar lo del pasaje. El secretario de Hacienda del municipio habló con el de Obras Públicas sobre esta contingencia, y le manifestó que él jamas patrocinaría semejante fraude al erario.

Entonces se pensó en una solución más por lo alto, y conforme lo anuncia "Diario Colombia", ella no es otra que un ferrocarril elevado. El cual viene a ser, comparado con el subway, lo que la golondrina al cucarrón, que surca los aires en vez de taladrar el seno de la tierra. En realidad, pues, una solución, adecuada y al mismo tiempo poética, es decir, acorde en un todo con la tradición ática de la capital. El éter es la cabellera de Bogotá, el elevado como la raya del peinado, y para que todo sea completo los pasajeros serían algo así como los piojos. Ellos, los pasajeros, nos perdonarán, pero para darle remate a la comparación no hallamos ningún punto de referencia menos desobligante.

Loemos, pues, la feliz idea del ferrocarril elevado, superior a la del subway, no sólo porque éste iría por abajo y aquél por arriba, sino porque no hay el menor peligro de caerse uno -aguas negras, fetidez y tifo- en ese pañal de la ciudad que es el San Francisco, y además, porque tal como están las cosas, ¡el elevado es la única solución para que no se sientan los huecos!

4 comments:

N.Santamaría dijo...

Y despues de cincuenta y tantos anios sigue la misma vaina... A ver si Samuel Moreno me convence que los suelos de Bogota si han cambiado como para que ahora si se pueda construir un metro.

Anónimo dijo...

Bien por Klim!

Saludos.

Lanark dijo...

Juemadre vida, por qué ya no hay columnistas como Klim sino pilas y pilas de basura escrita mal y sin gracia en los periódicos.

Sobra decir que Klim se hubiera dado gusto hablando del Transmilenio.

Mr. Mustard dijo...

Klim se hubiera burlado del Transmilenio, de la caracas, de los bolardos, de las ciclorutas, de uno que otro puente por ahi. Y tambien se hubiera dado un verdadero banquete con Uribe.