Saúl Álvarez, QEPD

"There was a guy,
an underwater guy who controlled the sea..."
Pixies - Monkey Gone to Heaven

Vivir la melomanía en Bogotá y no conocer a Saúl Álvarez, el dueño de la Musiteca, son dos cosas que no iban de la mano. En la mañana de hoy owai nos informó a todos de la muerte de Saúl, y obviamente los recuerdos no pueden ser pocos.

Pocas personas como Saúl han influido tanto en el desarrollo musical de una ciudad como él, creo que ni siquiera las emisoras. Por una sencilla razón: cuando las canciones y los sonidos dejan de ser públicos, estos se convierten de inmediato en fetiches personales, en pequeñas ambiciones y deseos oscuros que siempre queremos satisfacer. Saúl era el encargado de eso. Yo sé que para las nuevas generaciones de Internet y de mp3s es algo difícil de entender. Pero así era.

Para los que desgraciadamente somos más viejos, y para todos los que nos tocó volvernos adultos en los 80s y 90s Saúl era aquel que cumplía la función del Internet hoy en día. Nos informaba, recomendaba, conseguía, y mucho mejor, nos daba facilidades de pago.

Pero no haríamos nada al recordar a Saúl sin hablar de lo que más nos gustaba, la música. Gracias a él conocí a The Kinks, en plenos días del Britpop me presentó a tremenda banda que hoy se consolida como mi banda favorita después de The Beatles. En la musiteca compré discos de todos los calibres: Pulp, Stereolab, Brian Eno, Nick Cave, Pixies, Talking Heads, My Bloody Valentine, New Order, The Who, Sonic Youth, The Charlatans, David Bowie, The Jam, Air, Velvet Underground, y un largo etc. Saúl también alimentó mi Beatlemanía, no pocas cosas del cuarteto de Liverpool pude conseguir en la Musiteca.

Uno veía a Saúl cuatro o cinco veces al año, ese era el promedio para nosotros los pobres. Pero no sólo por la falta de plata, también porque muchas veces las esperas por aquellos caprichosos encargos tomaban semanas. Saúl siempre sabía cómo, cuándo y en dónde encontrar las joyas musicales más escondidas del planeta. Una de esas esperas que recuerdo muy bien ocurrió en el 2004, cuando Saúl logró conseguirme el DVD de Belle & Sebastian Fans Only, una espera de dos meses: un mes para que llegara y otro mes para que yo terminara de pagar. Hoy en día no tomará más que unas cuantas horas descargar ese mismo DVD de la Internet. Saúl acercó el mundo a Bogotá, y más importante, nos acercó a muchos a ese único placer que podemos quitarle a Dios, la música. Como dijo Gustavo Gómez: Saúl no vendía discos, vendía placeres.

Gracias Saúl.